El día después a la representación de nuestro teatro, Adrián nos entregó este escrito de su madre; terminar la lectura se hizo un poquito difícil, pues alguna lagrimilla de emoción y agradecimiento luchaban por salir.
Si de nuestro trabajo diario se desprende esta idea plasmada en el escrito, podemos asegurar que caminamos en el sentido adecuado.
Me decido a publicarla porque necesito compartirla con todas las personas que han sido responsables del trabajo bien hecho. El éxito no está solamente en el profesorado, sino en este grupo de niños y niñas que son capaces de hacer cosas juntos, olvidándose de las diferencias y de sus preferencias, divertirse, colaborar unos con otros y por supuesto, aprender: aprender para la vida, que es de lo que se trata.
Sensaciones de una madre en la tarde de ayer
La agenda cultural de la tarde de ayer, no estaba ubicada en los salones de actos de la Universidad de Cádiz, sino en la modesta sala multiusos de la escuela pública de barrio a la que afortunadamente asiste mi hijo.Al aula de teatro de la srta Ángeles y a su magnífico elenco, le llegó por fin, su momento de gloria, "la hora del estreno", y yo, como madre expectante e ilusionada, me entregaba a la entrañable apología de la ternura que para mí suponía la interpretación de mi hijo.Se abre el telón: voces de niños deambulan por el escenario, impregnados de esa frescura que sólo te otorga la infancia, vaivenes de cuerpos plumas fluctúan ajenos a la irreversible torpeza de los años, proyectos de vida incipiente pendientes de perfilar, aunque algunos bendecidos con más fortuna que otros... pero todos, unidos y desafiantes, más allá de su condición intelectual, de su color y rasgos, de su estatus social, más allá de todas las miserias humanas, desprendían por igual, el aroma de una escuela digna construida día a día, por el inestimable trabajo de sus maestras.Gracias por todo,Beatriz y Adrián.Cádiz, primavera del 2011.
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